EL PADRE AUSENTE, LA FAMILIA, LA CASA, EL PAÍS

CT: ¿Cómo surge la idea de dirigir Electra? ¿Qué hay de Electra en Venezuela y de Venezuela en Electra?

AC: Cuando Chela me invitó a dirigir una obra para este año, me sugirió hacer un clásico con venezolanos partiendo de la preocupación por la situación de xenofobia que viven en Perú. Me pregunté “ok, pero ¿qué quiero decir sobre la migración?, ¿qué quiero decir sobre Venezuela?”. Yo soy peruano–venezolano, nací y crecí en Venezuela. Cuando llegué a Perú, tenía 20 años y no entendía nada de lo que estaba pasando. Estando acá empecé a leer más sobre el tema y entendí cómo Chávez es consecuencia de una situación política en la que, si en ese entonces yo hubiese tenido la edad que tengo, habría votado por él. Cuando me pregunté qué era lo que quería decir, lo primero fue: “Oye, en realidad, la revolución fue una mentira. Tú, persona de izquierda fuera de Venezuela, te aprovechaste del radio de influencia que hizo Chávez en toda Latinoamérica y contaste esa historia a tu favor. El lado en donde Chávez era el bueno de la historia”. Entonces mi primer impulso fue una sed de venganza, y esa sed de venganza es muy Electra. Pero Electra también es una familia que se mata a sí misma por la búsqueda de justicia, una familia envuelta en un círculo de sangre que no se detiene.

CT: ¿Cómo hablar de Venezuela en este momento tan crítico? ¿Desde dónde te ubicas como creador para acercarte a la Venezuela actual?

AC: Me ubico desde el personaje de Orestes, que se hace hombre lejos de casa y que regresa con una mirada más compleja sobre la situación. Tú conoces las discusiones que he tenido con amigos de izquierda de otros países, personas con puntos de vista tan sustentados que me han hecho dudar si es que estoy viendo a Venezuela o estoy viendo la realidad con un velo que no me deja observarla de verdad. En ese ejercicio de cuestionarme, me di cuenta de mis privilegios, a pesar de que mis recuerdos siempre han sido los de haber vivido con las justas sin ningún tipo de lujo. Mi papá construyó una casa en la casa de mi abuela, pero durante la construcción hubo un paquetazo que afectó a toda Venezuela. Aun siendo la nuestra una de las familias que fueron afectadas, incluso entonces yo tenía privilegios. Todo esto me motivó a contextualizar la tragedia de Electra en una casa de una familia de clase media venida a menos, una casa que se está destruyendo.

CT: En tu propuesta, los personajes de Electra están lejos de la esfera del poder (los dioses, los reyes), los has colocado en la situación de ciudadanos de clase media en un país en crisis.

AC: Hablar de mi experiencia me pareció una decisión positiva. Recuerdo lo que conversé contigo sobre cómo una familia puede representar a una sociedad o a todo un país, y lo relaciono con esta imagen de la casa de Electra, donde sucede toda la tragedia, en el contexto de un país que vive su propia tragedia, su propia crisis. La forma en la que se relaciona esa familia es compatible con ese contexto. Estamos abordando sus vínculos familiares y, al mismo tiempo, nos preguntamos quiénes son estas personas frente a la crisis que las rodea.

CT: Para ello ha sido importante que el elenco esté conformado por actores venezolanos en su mayoría, más aún teniendo en cuenta que la obra se está escribiendo en paralelo a los ensayos. ¿Cómo ha sido el proceso con ellos?

AC: Mi contacto con ellos ha sido desde noviembre del año pasado. El trabajar con ellos me ha permitido ingresar en lo cotidiano de una familia del Caracas de hoy, donde la gente se pelea porque alguien se comió la comida del otro, una comida que tomó varias horas conseguir. Estoy constantemente escuchándolos, cómo es su humor, cómo hablan, qué piensan sobre la situación de Venezuela, etc. Ha sido una reconexión con ese país que ha empapado inevitablemente la forma en que la obra está hecha. Por otro lado, yo procuro escribir tomando en cuenta las cualidades de los actores, trato de darles algo que yo sé que van a asumir de manera increíble. Por ejemplo, hay un actor que disfruta contar historias, la idea de que tenga una escena donde cuenta una anécdota ha estado desde el inicio, porque el actor es así, llega y cuenta historias, le encanta.

CT: ¿Cuáles son los elementos que has estado trabajando en el texto y en el montaje para poder crear tu visión sobre Electra?

AC: Algo que tuve claro desde el inicio era hacer un homenaje al teatro griego a través del espacio casi vacío y la naturaleza del texto, hay mucha argumentación y reflexión. Por otro lado, los actores que están en escena están aquí en Perú porque son migrantes, ellos encarnan a los personajes y a sí mismos a la vez, son portadores de una historia. Entonces pienso que estos actores tienen que mirar al público, porque ellos le están contando esta historia, que es su historia. Esto también se conecta con el teatro griego, en el que los actores tienen una conexión directa con el público.

CT: Entonces, ¿puedes hablarnos un poco sobre el diálogo entre el instinto, la experiencia y la técnica para asumir un proceso creativo como este?

AC: En este caso, el mito es como una hoja de ruta que te presenta algunos valores muy claros, como el círculo de sangre, la venganza, el padre ausente, el retorno a casa de Orestes. Cuando veía todo esto, yo decía “esto es Venezuela”. Quizá en ese momento yo no sabía cómo lo iba a solucionar pero ya había identificado que era el material y que lo iba a resolver en el proceso. Por eso es muy importante estar abiertos para poder identificar los materiales que surgen, y aceptar que estos pueden ser descartados o transformados. Por ejemplo, hay un texto de la obra que es una transcripción de una conversación que tuve con una amiga sobre como estamos adictos al dolor, y es lo que finalmente termina diciendo Orestes. Pero ese mismo texto ha pasado por otra voz antes, era de otro personaje. En ese momento no sabía quién lo iba a decir pero tenía la certeza que tenía que estar en la obra. Por otro lado, abrir el proceso al público también nos ayudó. Después de la primera muestra que hicimos en la Casa de la Literatura Peruana, cuando la propuesta era más fragmentada, con un lenguaje más ecléctico, nos dimos cuenta de que el público estaba totalmente perdido. Entonces, decidí revisar la estructura y cambié varias cosas.

CT: ¿Qué podrías decirnos de la relación entre Electra y Perú? ¿qué crees que tiene que decirnos sobre de como país?

AC: En la obra, Agamenón es el padre ausente que causa toda la tragedia, y en esta propuesta está presente a través de un texto que se proyecta y que cumple el rol del coro, del narrador que cuenta la historia. Entonces, creo que ese es el lado más político en el que Perú podría reconocerse en esta obra, esa idea del padre ausente. Más aún con lo que acaba de pasar con el suicidio de Alan García, y ver cómo el APRA está haciendo la transferencia simbólica del poder a su hijo menor. Esa idea de que hay un hombre que ya no está y que le hereda una responsabilidad a un chico que sí está, me hace acordar mucho a la relación entre Agamenón y Orestes.

* Dramaturga y directora teatral

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