Reencuentro con la memoria
Entrevista de Chela de Ferrari a Nishme Súmar y Gisela Ponce de León
Publicado: 20 de enero 2020
CF: Nishme, la primera obra tuya que vi fue tu proyecto final de artes escénicas en la Católica “Al amanecer”. Recuerdo que hablabas sobre tu bisabuela y su salida de Palestina. Luego está “Mi nombre es Rachel Corrie”, el 2007. Y hace tres años dirigiste “Creo en un solo Dios” de Stefano Massini. Y ahora, vuelve “Rachel Corrie”. Si podemos considerar estos proyectos como estaciones, cuéntanos: ¿qué nos puedes decir de este viaje en relación a tu búsqueda de identidad como mujer de origen palestino?
NS: “Al amanecer” fue un impulso muy genuino de hablar de algo que me inquietaba desde adolescente, que inicia con algo tan simple como ¿De dónde viene mi nombre?. Sentía una necesidad de ir agarrándome de ramas para intentar encontrar una lógica en la historia de mi familia y por ende en mi propia historia, en la construcción de mi identidad, mi sentido de pertenencia.
Cuando descubro a Rachel Corrie, yo me encontraba investigando sobre el conflicto desde la comodidad de mi casa en Lima, y de pronto descubro que hay una chica contemporánea a mí, norteamericana, que está en medio oriente poniendo el cuerpo por el pueblo palestino. Eso me conmovió por completo. Ella me ayudó a poner en contexto ese territorio que me resultaba utópico, fantasmagórico.
“Creo en un solo Dios” me puso en una situación bien problemática porque es una obra que no denuncia directamente las acciones del Estado de Israel. Sino que habla sobre tres mujeres de condiciones muy diferentes. una judía, una estudiante musulmana y una militar norteamericana destacada en la zona de conflicto. Me gusta decir que decidí sentarme en una mesa a conversar con ellas y que gracias a este encuentro fue posible entender que las tres estaban unidas por esta sensación de vulnerabilidad y de injusticia frente a las atrocidades de la guerra, y por el deseo de vivir en un mundo más justo. Esto me ponía en un nuevo lugar frente al conflicto: ¿por qué el mundo avala las guerras? ¿por qué no cuestionamos estas lógicas?
CF: Hablemos de la diferencia de la Rachel del 2020 con respecto a la del 2007. ¿Qué ha cambiado para ambas?
NS: La primera vez, la obra fue un vehículo para entender y profundizar en las aristas del conflicto, y también para completar este rompecabezas familiar que yo estaba intentando armar. Hoy, después de doce años, han surgido descubrimientos familiares como que la casa de mi abuelo sigue en pie en Beit Jala. Entonces, ahora fantaseo con la idea de que Rachel se puso delante de la casa de mi familia para protegerla. Ponerse delante de una casa para mí abre un montón de puertas. Es cuidar memorias, es preservar la identidad y las historias.
GP: Yo tenía 22 años y Rachel tenía 23 cuando suceden los hechos de la obra. Me sentí muy identificada con ella en la relación con sus padres. En general, su discurso, sus ganas de creer que hay más bondad que maldad en el mundo es muy parecida a mi esencia. La obra te lleva a ese lugar en el que te atreves a pensar que sí es posible tomar decisiones pensando en el mundo. Y Rachel tiene esa vehemencia. Ahora siento que nuestra más grande preocupación es cómo llegar a fin de mes. Siento que tengo que volver a buscar el camino para llegar a ese lugar que me costaba menos cuando era más chica. Volver a ablandar el corazón respecto a la posibilidad de pensar realmente en el otro a ese nivel.
CF: ¿Ambas tienen ascendencia palestina? Nishme, nos has comentado sobre tu admiración por esta fortaleza del pueblo palestino, ¿ustedes se sienten herederas de esa fortaleza?
GP: Yo sí creo que hemos heredado la fortaleza, pero es la fortaleza que viene de la resistencia, del dolor. Desde chica, ya sabía que era por mi herencia palestina que me identifico mucho con esta sensación de estar atrapada o privada de algún tipo de libertad a pesar de no estar en una situación como esa. Entonces sí, mi familia es fuerte como de piel gruesa, pero de corazón poroso; hay mucho dolor heredado.
NS: Para mí hacer esta obra es una celebración a aquellas personas que nos antecedieron y a su fortaleza porque creo que durante mucho tiempo he tendido a mirar con compasión y tristeza su historia de migración y de desarraigo. Pero a medida que he ido descubriendo más detalles sobre la historia de mi familia, solamente va creciendo mi admiración y orgullo por esta gente capaz de salir adelante incluso con todo en contra. Y siento que esa herencia me acompaña.
CF: ¿Cuál fue el descubrimiento más relevante del viaje a Palestina que has realizado como parte de tu trabajo de investigación para Rachel Corrie 2020?
NS: Todavía estoy procesando. Estaba preparada para un montón de cosas que vi: la realidad del muro, los puntos de control, la presencia militar, los signos de colonización. Pero no estaba preparada para entender tan claramente que se trata también de una ocupación de la mente y del espíritu de esta gente. Ha sido por un lado muy doloroso pero por otro lado también aliviador. Como si hubiera conocido a un hermano que siempre he tenido en otro lugar, y que por fin nos dimos un abrazo; esa sensación.
CF: Y una última pregunta, ¿cómo ha influenciado esta última estación que es Rachel en sus búsquedas artísticas?
NS: Creo que de las cosas más importantes que me ha dejado este viaje que continúa y seguramente continuará es tomar consciencia de cuán importante es preservar y cuidar las memorias. Tengo muchísimas preguntas, ¿Qué significa la demolición de una casa? ¿Cómo construyes tu identidad viviendo en un lugar que es sistemáticamente destruido o que está en peligro de desaparecer?
Esa destrucción de casas es la búsqueda de la destrucción de las memorias y eso es profundamente injusto; y me parece peligroso y me inquieta. Seguramente eso será o se convertirá en un norte en mi búsqueda como directora, no lo sé.
GP: Yo estoy pensando, no como actriz sino como persona, que la obra ha regresado como una invitación a que yo me reconecte con mis raíces, reconozca parte de mi identidad que no estoy viendo aún. Porque tengo a Nishme de espejo rebuscando en su árbol familiar, y de alguna manera, yo me veo ahí.
Y como actriz, este proceso me está ayudando a realmente apreciar el personaje como si fuera parte de mí, de mi familia, para que valga no por mí ni por mi trabajo; sino por sí solo. Entonces, creo que eso estoy aprendiendo nuevamente, a volver a sentir emoción o compasión por el personaje y a ponerlo delante y sumergirme en la esencia de la historia.